Por Rosemary Francisco
Gritos del alma, gritos del alma susurran en mis oídos, gritos del alma porque algo anda mal hermanos míos. Gritos de cada alma por allá, por acá por tanto dolor, desamor, des-unión, odio, malas crianzas, racismo y más. Porque no hay padres para hijos, ni hijos para padres. Qué pasa con la familia, la tuya, la mía, la de él y las de todos mis vecinos, amigos y parientes tuyos y mios.
Gritos de angustia y dolor susurran en mis oídos.
Gritos del alma, mi alma, tu alma, la de él y la de aquellos. Todas gritan al compás al ver tanta maldad. Gritos y más gritos por la falta de bondad, gritos por la falta de unidad, gritos por la falta de hermandad, pero más gritos por tanta desigualdad aquí y allá, gritos a viva voz porque hemos perdido la compasión, hemos perdido el respeto, hemos perdido el amor, hemos perdido la unidad familiar. Esa unidad familiar donde se enseñaba valores de verdad, esa unidad familiar que ejercía como primera institución de amor y paz, para todos y los demás.
Era hermoso escuchar ciertas palabras al andar por aquí o por allá, que denotaban amor y respeto hacia los demás y que ya no se escuchan más, como en los postreros días de mis abuelos y los tuyos.
Qué bonito era decir, con una sonrisa en labios: "Buenos días mi vecino.., buenos días hermano mío.., bendición padre mío.., bendición madre mía.., como está usted hoy doña Truchita.., venga que yo le ayudo con eso.., tome mi asiento por favor.., pase usted primero, luego paso yo.., no se moleste usted, que para eso estoy yo.., si necesita mi ayuda aquí estoy yo.., hola mi comadre.., como está usted mi compadre.., hola ahijado mío.., entre a mi casa y compartamos esta comida, que para todos alcanza... Hey, ¿me da un poco de azúcar para el café...?
¿Como es posible mi hermano, que tan lejos hayamos llegado! ¿ y cómo hemos aguantado?
Gritos de compasión resuenan con dolor. Gritos que nadie escucha, pero ahí están esperando que tú, él, yo y todos los oigan y pongamos fin a toda esta abyección que con nuestra humanidad finaliza. Yo a veces me pregunto por qué ya nuestros niños no juegan ni conversan en él patio!? Esos juegos de chata, belluga, bolita, pañuelo, las escondidas, el caballito, la muñeca, mariquita, la latica, y sin olvidar la botellita, hacer cuentos en la tardecita, capitán nunca falta, y quién es que falta..... o si eras atrevido y te atrevías a ir más lejos, e ir de pueblo en pueblo haciendo obras de teatro; que tiempos esos mi hermano, eran tiempos sanos, y lejos de ser mal intencionados. A donde íbamos, había un banquete de comida servida y mucha alegría.
Gritos del alma con trompetas y acordeón, resuena en mi corazón.
Fuertes gritos retumbando en mi oídos,. Ahora todo es Internet, hasta para jugar ajedrez, sin dejar de mencionar juegos virtuales por doquier pasan horas y horas jugando con pistola, bombas lacrimógenas, porque sin eso no hay emoción, emoción, emoción, emoción; es como un crack para su corazón, dejen eso por favor, todos esos juegos holográficos, cuanta perdición. Es el top ten de la moda, claro, para ello es normal y eso lo entendemos a millón, no es volver al viejo patrón, es que no vean la tecnología como una extensión, una extensión de su cuerpo que donde van consigo lo llevan también, sin un minuto perder. Están tan aferrados que antes de levantarse ya están conectados, aunque no tengan internet.
Gritos gritos, gritos desgarradores, se ecuchan por doquier.
Pero el uso abusivo de tecnología no determina la edad, esto abarca a casi a todos por igual, desde niños, grandes, mediana edad, ancianos y más, a todos tocas por igual. Puedes ver en cualquier día que por la calle van cruzando, no miran a los lados, ni mucho menos levantan la cabeza, cual manada de zombi parecieran caminando con su androide, iPhone, o cuantas más marcas van creando. Y si a la escuela van, olvidan la mochila, pero su celular o tablet nunca olvidan, si van a la mesa, no enderezan la cabeza. En reuniones y en oficina es la misma doctrina.
Desmayo de tanto llanto de mi alma, la tuya, la de él, y la de aquellos tambien.
Esos gritos de dolor retumban en mi corazón. Ampliando la sipnosis del argumento, te continuo diciendo que en esos aparatos encontrarás muy buen uso si le sabes dar, pero de igual modo también encontrarás la casa de la vecina, el desayuno del día, la ropa que se pondrá ese día la chica de la alegría, qué color de uñas lleva la vecina y sin dejar toda clase de chismerias, fotos de toda índole sin ninguna clase de pudor, paranoia de la gente, que compran, que no compran, que les gusta, vanidades por doquier, y llendo aún más allá de crónicas rojas colmada está y pedofilia sin más. Con todo eso mi hermano ya no se necesita televisión, ahora pasaste a ser el protagonista del show. Nos hemos convertido en la Sodoma y gomorra de aquellos tiempos de perdición.
Gritos de dolor que anuncian perdición.
Pero no todo queda ahí, vemos por doquier familia desintegrada, ya no hay amor para nadie, cambian de hombre o mujer o viceversa a la vez, como si de ropa se tratare. La familia desintegrada, está afectando al mundo, porque en el hogar es donde comienza la unidad familiar y va creciendo la cadena, hasta formar el engranaje perfecto para vivir en hermandad repleto de amor, bondad y responsabilidad.
Gritos del alma resuenan aquí y allá donde quiera que vas.
Comenzemos a callar esos gritos de dolor, iniciemos por nuestro hogar, y uno a uno se irán sumando, y pronto estaremos llenando, nuestro planeta de amor, compasión y respeto en cada rincón. No más gritos de dolor de tu alma y la mía. Todos felices seremos, desde adentro hacia fuera y en hermandad ilimitada por siempre y más allá.
Y si seguimos ni terminamos, por eso ahí lo dejamos.
Gritos de sufrimientos cargados de dolor, llegarán pronto a su final si nos unimos en uno para ponerle fin a esos gritos de dolor, y sean transmutados en murmullos de amor.
Ya no mas gritos de angustia por favor.
Postdata
Almas danzando de alegría, verermos pronto hermano mío.
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